Quienes tuvieron la osadía de ver un juego más de nuestra alicaída Selección Mexicana de Futbol pudieron presenciar, tristemente, la descomposición organizacional que circunda a dicha institución (que de institución poco o nada tiene)
El juego frente a la Vinotinto –selección venezolana- fue más que una burda caricatura de la realidad que corrompe día a día el futbol mexicano. A cada pase que se daba por parte de los verdes solo se podía oler, a cientos de kilómetros, la displicencia de un montón de disque profesionales del balompié. Una anarquía dentro del campo, producto fiel e inequívoco de la descomposición federativa que aqueja a la Selección desde hace ya algunos años.
Y por su fuera poco la vergüenza que persigue al balón azteca, a sus dirigentes y jugadores, la descomposición social que vive nuestro país pudo también palparse dentro del graderío del Estadio de Ciudad Juárez.
La violencia genera violencia y el ver a un montón de pseudo aficionados tratar de corromper la poca seguridad establecida en el perímetro de la cancha solo enfatiza la triste y putrefacta realidad que vive no solo esa ciudad fronteriza, sino el país entero.
En fin, para quienes gustamos del botar del balón en el pasto y ver este anidándose en las redes, el suplicio llamado Selección Mexicana termino por este 2010.
El 2011 no se proyecta nada alentador a menos de que llegue un autentico mesías a salvar esta nave llamada Futbol Mexicano, de lo contrario el naufragio mas que un pronóstico será una realidad.
El juego frente a la Vinotinto –selección venezolana- fue más que una burda caricatura de la realidad que corrompe día a día el futbol mexicano. A cada pase que se daba por parte de los verdes solo se podía oler, a cientos de kilómetros, la displicencia de un montón de disque profesionales del balompié. Una anarquía dentro del campo, producto fiel e inequívoco de la descomposición federativa que aqueja a la Selección desde hace ya algunos años.
Y por su fuera poco la vergüenza que persigue al balón azteca, a sus dirigentes y jugadores, la descomposición social que vive nuestro país pudo también palparse dentro del graderío del Estadio de Ciudad Juárez.
La violencia genera violencia y el ver a un montón de pseudo aficionados tratar de corromper la poca seguridad establecida en el perímetro de la cancha solo enfatiza la triste y putrefacta realidad que vive no solo esa ciudad fronteriza, sino el país entero.
En fin, para quienes gustamos del botar del balón en el pasto y ver este anidándose en las redes, el suplicio llamado Selección Mexicana termino por este 2010.
El 2011 no se proyecta nada alentador a menos de que llegue un autentico mesías a salvar esta nave llamada Futbol Mexicano, de lo contrario el naufragio mas que un pronóstico será una realidad.
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