Uno puede decir que el futbol son muchas cosas las que le venga en gana: que son once contra once en calzoncillos; que no es mas que un juego; que es el opio del pueblo; que futbol es futbol; o que lo hemos convertido en un negocio disparatado de interés general y beneficios muy particulares…Pero eso no puede ser todo, es imposible. No es suficiente. El futbol, como la filosofía, busca la verdad del ser humano y los caminos trazados en los dos ámbitos tienen
sus paralelismos..

domingo, 31 de octubre de 2010

Planeta Redondo

Hubo un día en el que Charles Poncet, amigo íntimo de Albert Camus, tuvo una osadía de las grandes: le preguntó a quien ya tenía el Premio Nobel entre sus antecedentes qué habría elegido si la salud se lo hubiera permitido: el fútbol o el teatro. Entonces, el brillante escritor nacido en Argelia en tiempos de la ocupación francesa le respondió con la naturalidad de su certeza: "El fútbol, sin dudas".
Camus lo contó alguna vez: "No hay lugar en el mundo en que un hombre pueda sentirse más contento que en un estadio de fútbol". Y agregó otra frase a su recorrido de elogios a ese deporte que abrazó tanto como a las palabras bien escritas: "Después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé acerca de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol". Lo dijo cuando la Copa del Mundo estaba interrumpida por la Segunda Guerra y por sus consecuencias y él ya había escrito dos de sus libros fundamentales: El extranjero (1942) y La peste (1947).
Su madre, Catalina Elena Sintes, era analfabeta y sorda. Su padre, Lucien Camus, trabajaba en una finca vitivinícola para un comerciante de vinos de Argel. Le pagaban menos que muy poco. Eran días difíciles para los Camus. La Argelia que el pequeño Albert tanto quería era un territorio de postergaciones. El fútbol, entonces, ocupaba ese lugar de pequeño paraíso posible.
Eduardo Galeano, también hombre de las letras y del fútbol, escribió sobre Camus en su libro El fútbol a sol y sombra: "En 1930 Albert Camus era el san Pedro que custodiaba la puerta del equipo del fútbol del la Universidad de Argel. Se había acostumbrado a jugar de guardamete desde niño, porque ese era el puesto donde menos se gastaban los zapatos. Hijo de casa pobre, Camus no podía darse el lujo de correr por las canchas: cada noche, la abuela le revisaba las suelas y le pagaba una paliza si las encontraba gastadas.Durante sus años de arquero, Camus aprendió muchas cosas: 'Aprendí que la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudo mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser lo que se dice derecha'.También aprendió a ganar sin sentirse Dios y a perder sin sentirse basura, sabidurías difíciles, y aprendió algunos misterios del alma humana, en cuyos laberintos supo meterse después, en peligroso viaje, a lo largo de sus libros".
A ritmo de vértigo, en el blog Vida de escritores y artistas, Manuel Ariza Canales retrató varios de los caminos recorridos por el escritor: "Con 17 años un brote de tuberculosis derrumbará parcialmente su vida y sus ilusiones de arquero, ralentizando el ritmo de sus estudios y trocando sus aspiraciones deportivas por un taller de teatro para aficionados. Terminará sus estudios de filosofía, pero su estado de salud le vale el ingrato honor de ver frustradas sus aspiraciones al cargo de profesor agregado. Abandona el partido comunista. Escribe para el Diario del Frente Popular. Su reportaje 'La miseria de la Kabylia' será un bombazo. Cierran el periódico y el boicot a Camus le fuerza a marcharse a París. Se coloca en la redacción de Paris-Soir. También lee originales para la editorial Gallimard, dirigirá Combate y se convierte al anarquismo. ¿Escritor? ¿Filósofo? ¿Intelectual? Más bien un humanista".
Alberto González Toro, en Clarín, contó cómo Camus trasladó a la literatura su relación con el fútbol. Puso un ejemplo: "En El primer hombre, su novela póstuma e inconclusa (publicada en 1994, 34 años después de su muerte en un accidente automovilístico), su alter ego Jacques descubrió, desde los primeros recreos, la que sería su pasión de tantos años. Los partidos se jugaban durante la pausa que seguía al almuerzo en el refectorio y en el recreo de una hora, que transcurría antes de la última clase de las cuatro".
Aunque Camus prefería el arco, en algunas ocasiones también se desempeñó como centrodelantero. Le gustaba jugar al fútbol; y también apreciarlo. A fines de los años 50, ya consagrado como Premio Nobel de 1957, Camus concurría con cierta frecuencia a ver al equipo que más le simpatizaba en la ciudad en la que entonces vivía: el Racing Club de París. Sus sensaciones ya las había contado en La Caída (su tercera novela, publicada en 1956): "Los partidos del domingo en un estadio repleto de gente y el teatro, lugares que amé con una pasión sin igual, son los únicos sitios en el mundo en los que me siento inocente". Moriría poco después, en 1960. Tal vez sin saber que había sido el arquero que mejor escribía.
Fuente
El CLarin

domingo, 24 de octubre de 2010

No se puede entender


No se puede pretender defender tanta historia, tantas hazañas, tantas alegrías de la manera que ayer un puñado de simples jugadores de futbol lo hicieron. Para defender la causa verdiblanca se necesita más que pasión, se necesita casi dejar la vida en el sagrado campo del Corona sin importar y medir las consecuencias. Ayer simplemente vimos la ejemplificación más vil de un futbol sin sentimiento, sin el dolor impreso en el sudor por defender un ideal, una región entera.

Son ya cinco juegos en los que los Guerreros han venido precipitándose en caída libre, sin el mayor esfuerzo por recuperar aquel juego vistoso y digno de lucirse en la tierra que día a día vence al desierto y otros demonios. Aquella propuesta interesante que alguna vez presentó Rubén Omar Romano parece hoy estar pérdida entre el miedo a la explosión ofensiva innata de esta escuadra y la falta de orgullo propio e identidad por los once que pisan la cancha.

Poco, muy poco se puede rescatar de la derrota, dolorosa y hasta humillante, ante el enemigo acérrimo. Hoy el Coloso de Norte se llama Monterrey. Rayados del Monterrey. La Laguna se queda atrás, sufriendo entre la pasión de su afición y la indiferencia de su equipo, esos quienes en ocasiones llamamos Guerreros y que a veces solo el mote y el recuerdo queda.
*Imagen Medio Tiempo.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Por la Supremacía del Norte


Nuevamente, como resultado del movimiento de las manecillas del tiempo, dos de las pasiones mas arraigadas se encuentran frente a frente, definiendo mas que el resultado y marcador final el orgullo por la supremacía en la región, en esta zona árida que nos toco vivir: La Supremacía en el futbol norteño.

Por mas que algunos quieran denostar este ya clásico regional, el encuentro entre Santos y Rayados tiene ya tintes de una guerra sin cuartel, no solo por ser escuadras que se desenvuelven en la misma área geográfica sino, mas bien, por la competitividad que estos dos cuadros han venido mostrando con regularidad.

El futbol en el norte, por los resultados, por la competitividad, la historia y la pasión solo puede definirse a través de Guerreros y Rayados y , pese a quien le pese, la grandeza de la zona esta a la sombra de estas dos instituciones.

La historia reciente, caprichosa de entregar la gloria entera a una de las dos legiones, parece dividir las fuerzas de manera equitativa esperando a que sean de nuevo los hombres en el campo verde de batalla quienes den esa última estocada que diferencie al vencedor del derrotado.

Los Guerreros parecen estar listos conocedores de que son las derrotas el aliciente más importante para fortificar su estrategia. Por su parte los Rayados viven sabedores de sus cualidades tácticas que les han permitido mantenerse invictos en este Torneo del Futbol Mexicano.

La moneda pues esta en el aire. La suerte esta echada. Que se escuchen los gritos en el Territorio Santos Modelo que pronto, muy pronto tendremos un vencedor.


lunes, 18 de octubre de 2010

Herida superficial


Algunos quisieran o desearían que la herida fuera mas amplia, profunda y escoriada. Que desde el interior la supuración de una sangre amarillenta emanará como representación fiel de una podredumbre evidente. Sin embargo la realidad auténticamente es diferente.
Si bien los hoy sufrientes Guerreros de Santos Laguna encontraron una derrota dolorosa en patio ajeno ante un Cruz Azul lleno de suerte y destellos fulminantes frente a una saga central inexistente, la situación parece ser aun la misma que jornadas atrás: Un tercer lugar general afianzado y con pocas probabilidades de perderlo.
Por este único dato y motivo la derrota adquirida el pasado sábado en campo azul debe ser más tomada con filosofía por todos los que conforman el engranaje Guerrero. Obviamente las llamadas de atención en la línea de abajo, esa defensa que ha dejado de serlo en los últimos partidos, debe ser contundentemente recia. No se pueden experimentar a estas alturas del campeonato tremendas fallas con esta impuesta línea de cinco.

Arriba poco hay que decir. Si bien parece que la legión de ataque estuviera en un bache, con la mismísima pólvora mojada, la presencia de esas metáforas dentro del campo, ejecutadas magistralmente por el Chucho y su Científico aderezadas por la crema del Hachita, son un milagro que en cualquier instante pueden reproducirse.

Las siguientes 5 jornadas más allá de ser trascendentales y fundamentales para la clasificación a la liguilla, deberán ser 5 episodios de rencuentro con la magia y la mística Guerrera.
La gran tribu deberá hacerse presente en el TSM para apoyar a los propios, a los suyos. El contrincante hasta el momento solo ha asestado heridas superficiales, dolorosas sí, pero solo eso, heridas que indudablemente sanarán.


jueves, 14 de octubre de 2010

En el pozo, hondo y enlodándose

Quienes tuvieron la osadía de ver un juego más de nuestra alicaída Selección Mexicana de Futbol pudieron presenciar, tristemente, la descomposición organizacional que circunda a dicha institución (que de institución poco o nada tiene)

El juego frente a la Vinotinto –selección venezolana- fue más que una burda caricatura de la realidad que corrompe día a día el futbol mexicano. A cada pase que se daba por parte de los verdes solo se podía oler, a cientos de kilómetros, la displicencia de un montón de disque profesionales del balompié. Una anarquía dentro del campo, producto fiel e inequívoco de la descomposición federativa que aqueja a la Selección desde hace ya algunos años.

Y por su fuera poco la vergüenza que persigue al balón azteca, a sus dirigentes y jugadores, la descomposición social que vive nuestro país pudo también palparse dentro del graderío del Estadio de Ciudad Juárez.
La violencia genera violencia y el ver a un montón de pseudo aficionados tratar de corromper la poca seguridad establecida en el perímetro de la cancha solo enfatiza la triste y putrefacta realidad que vive no solo esa ciudad fronteriza, sino el país entero.

En fin, para quienes gustamos del botar del balón en el pasto y ver este anidándose en las redes, el suplicio llamado Selección Mexicana termino por este 2010.
El 2011 no se proyecta nada alentador a menos de que llegue un autentico mesías a salvar esta nave llamada Futbol Mexicano, de lo contrario el naufragio mas que un pronóstico será una realidad.

sábado, 9 de octubre de 2010

El gol que nos hizo vibrar


Ramón era derribado pasando la media cancha. Aquel nobel árbitro llamado Armando Archundia señalaba la infracción. Corría la primera liguilla jugada por una escuadra que por fin comenzaba a vencer las vicisitudes del desierto. El comandante Zambrano toma el balón, algo platica con aquel rubio de facciones toscas que lo hacen distinguirse y apodarse el Ruso. El Ruso señala la portería y con su mano dibuja una comba, una forma sinuosa en el aire, como advirtiendo al viento el trayecto peligroso que un proyectil con forma de balón seguirá en unos minutos más.
La barrera colocada se encontraba. Una barrera de rojinegros, jóvenes promesas del balompié nacional. Al fondo, resguardando las redes esta también un joven que con el paso de los años escribirá gloriosos capítulos con la Selección, Oswaldo Sanchez.
El árbitro silba, la barrera se adelanta sin embargo el Comandante Zambrano sabedor de su calidad eleva el balón en corto casi de manera mágica, dejando éste a merced de la derecha privilegiada del Ruso Adomaitis.
El balón surca los aires y se anida, de manera violenta y contundente en las redes de aquella zona sur del Coloso de las Carolinas.



El estallido es casi instantáneo, el júbilo de la afición se funde con el propio Ruso que escenifica uno de los festejos más memorables del extinto Corona. Un festejo en aquella cerca perimetral que dividía muy poco las pasiones laguneras y se fundían en el grito de gol.

El Gol del Ruso Adomaitis, sin duda uno de esos GOLES que jamas deberemos olvidar.

sábado, 2 de octubre de 2010

Hoy toca ver morir al Diablo




El Bien contra el Mal, el blanco contra el rojo, una lucha ancestral que hoy nuevamente pondrá en el aire, en esa atmósfera cálida de la laguna, la esperanza de dos grandes legiones en busca de una sola cosa: LA VICTORIA.

La historia misma, plagada de grandes batallas entre los Diablos y Santos, hoy parece estar escéptica de las estadísticas y del pasado. Poco a tiempo a transcurrido de esa gran ultima batalla en la que la legión del Bien, la de los verdi blancos, sucumbió antes sus propios errores y temores capitalizados de manera efectiva por el Diablo, en su propia casa, en el Averno.

Hoy, el futbol como la vida misma exige justicia divina. Hoy en el sagrado Campo de la Laguna los nuestros tendrán en sus manos la espada que haga equilibrar las derrotas entre ambas escuadras. Hoy toca ver morir al Diablo, aunque solo sea una batalla, el Bien deberá prevalecer.