Uno puede decir que el futbol son muchas cosas las que le venga en gana: que son once contra once en calzoncillos; que no es mas que un juego; que es el opio del pueblo; que futbol es futbol; o que lo hemos convertido en un negocio disparatado de interés general y beneficios muy particulares…Pero eso no puede ser todo, es imposible. No es suficiente. El futbol, como la filosofía, busca la verdad del ser humano y los caminos trazados en los dos ámbitos tienen
sus paralelismos..

lunes, 17 de agosto de 2009

25.- Mi mochila roja Samsonite

La experiencia de entrar por primera vez a un grupo de personas completamente heterogéneo sin duda alguna la experimente en la primaria. Corrían los últimos dos años del nivel básico en el escondidito Colegio Eliseo Mendoza Berrueto (muy conveniente el nombre del Colegio para adular al gober de ese tiempo) cuando porté- por tiempo indefinido hasta terminar ese periodo de estudio-mi cuadrada mochila roja SAMSONITE. Era una especie de caja mediana, aproximadamente del tamaño real de la espalda de un chaval de 9 a 12 años, completamente cuadrada o más bien rectangular que poco ayudaba a la ergonomía del cuerpo. Ese diseño tan poco amigable para la constitución ósea hacia de la mochila una pesadez diaria de cargar; estructurada con un par de correas las cuales cumplían la función de ser “agarraderas” para colocarse en la espalda, una pequeña bolsa en el frente para guardar algunos accesorios y con apertura media superior tipo cofre hacían de esta mochila una especie de portaequipaje intergaláctico. También contaba con sus clásicos vivos en amarillos y una “agarradera” para la mano ubicada en la parte superior lo que le daba ese toque CHIC de los noventas. Sin embargo pese a mis figuraciones sobre lo CHIC de mi mochila fui percatándome que solo los “jodidos” contábamos con esta especie de portaequipaje intergaláctico; Toda la “razilla cherry” portaba otro tipo de mochilas, otras marcas las cuales distaban mucho de la constitución de la mía.
Sin embargo, y pese a lo “out” de mi “bag pack” (término que sinceramente conocí hasta el nuevo milenio) mi mochila roja Samsonite cumplió con muchos de los grandes cometidos de un niño púber de primaria:
En primer lugar: la constitución rígida y casi metálica de la mochila hacia que el lonche que con tanto amor hacía mi Madre sufriera pocas o muy nulas deformaciones, además tal rigidez servía como escudo trasero para el sin numero de agresiones de las cuales uno es objeto en la primaria: patadas en el culo, golpes en las costillas y hasta el típico y acuñado calzón chino.
En segundo lugar: Al ser una mochila algo grande, esta servía como almacén de materias primas para aquellas travesuras a realizar en la jornada estudiantil: resorteras, canicas, balines, guantes, botellas, bombas fétidas, y hasta un balón compartían perfectamente el espacio interior con el libro de ciencias naturales e historia así como los cuadernos doble raya. Ese “storage” sirvió más de una vez para alimentar y cultivar el ingenio infantil.

Y en tercer lugar: La mochila al tener esa serie de mecanismos complejos para abrirse-tipo cofre-servía como caja fuerte de los secretos de amoríos y filias que uno comienza a experimentar a esas edades. Esa mochila roja Samsonite contuvo mis primeras líneas de amor para una niña y fue también la primera en guardar celosamente mi primera revista HUSLER (jaja algo Hardcore para un inocente niño lagunero. Material que conseguí en un puestito de revistas de la avenida Morelos y Leona Vicario)

En fin, mi mochila roja Samsonite hoy que lo recuerdo guarda un lugar especial en mi vida. Al pasar el tiempo uno va cambiando de mochilas, sin embargo las cosas que uno va guardando ahí se quedan con uno, de alguna manera u otra, siempre estarán con nosotros…(en especial la revista HUSLER jeje)

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