Es en este mismo tenor que hoy, cuando el Sol del día comience a ceder su espacio a la tardenoche de domingo, un hombre, en el sagrado pasto del Coloso de Santa Úrsula, enfrente su destino mismo lleno de temores y realidades, de colores encontrados.
Bastará escuchar el silbatazo del árbitro para que un Toro, el Toro Vuoso vuelva a pisar la misma cancha con el equipo al que le debe su historia en el balompié nacional. Un Toro que pisará el campo de juego pero para ofender a la institución que lo hizo un extranjero digno en esta liga plagada de mediocridad foránea.
No será fácil para el Toro enfrentar nuevamente a esos colores verde y blanco que tanto amó y que hoy, simplemente ya no son suyos, son ajenos y distantes; esos colores que solo quedan en la memoria suya y de la afición.
De este lado, del Verde y del Blanco, es indudable que el recuerdo de las buenas tardes del Toro Vuoso quedarán grabadas en el recuerdo colectivo de la afición lagunera como también estará por siempre grabado esa muy mala tarde de domingo en la Bombonera de Toluca, cuando el propio Toro mancilló la dignidad e historia Lagunera al quitarnos de la mano la cuarta Corona.
La lucha pues entre un hombre y su destino esta por empezar; Que sean los dioses del Futbol quienes dicten sentencia al momento mismo que el balón ruede y el grito de gol se escuche por todo el campo de batalla.