Uno puede decir que el futbol son muchas cosas las que le venga en gana: que son once contra once en calzoncillos; que no es mas que un juego; que es el opio del pueblo; que futbol es futbol; o que lo hemos convertido en un negocio disparatado de interés general y beneficios muy particulares…Pero eso no puede ser todo, es imposible. No es suficiente. El futbol, como la filosofía, busca la verdad del ser humano y los caminos trazados en los dos ámbitos tienen
sus paralelismos..

jueves, 4 de noviembre de 2010

El Mítico Corona



Los antiguos gladiadores tenían como sagrado recinto de batallas la Arena, místico lugar para dejar y recibir la vida de los combatientes peleadores con el único objetivo de defender el honor, la sangre misma.
Lugar simbiótico del Gladiador y su alma, la Arena se convirtió en un lugar sagrado capaz de infringir temor a los débiles y coraje a los fuertes.
Cada hombre de esta tierra busca su Arena, su recinto en el que pueda curar sus heridas y propiciar las más fuertes al contrincante, al enemigo.
Nuestros Guerreros bien pudieron iniciar su andar como auténticos gladiadores dentro del sargado pasto del Antiguo Corona. Mítico no por su tamaño y grandilocuencia, mítico mas bien por el temor que hacia supurar en los adversarios y ajenos al terruño lagunero. Mítico y sagrado por encerrar en sus muros carcomidos por el sol auténticos gritos de sufrimiento, batalla y triunfos, de sangre y sudor, de lágrimas y alegrías impresas por el pasar de pocos años pero de grandes historias.

Un pasto que domingo a domingo no solo soportaba la fuerza de un pueblo entero y sus Guerreros; soportaba también la naturaleza misma, ese calor intenso característico del averno que, lejos de ser un enemigo, quemaba intensamente, minuto a minuto, a quienes osaban empuñar la espada contra la causa Guerrera.

Quienes pisaron el Antiguo Corona, su pasto, sus gradas, podrán dar fe y testimonio de la grandeza que menos de 18 mil almas metidas allí podían imprimir en un pueblo entero. El Antiguo Corona no solo era un recinto, era El recinto del dolor ajeno. Sabedores que para conceder el angustiante sentimiento del sufrimiento se tenía que experimentar propiamente esa sensación, los Laguneros y su recinto lograban asfixiar por más de 90 minutos a su adversario hasta el grado de la aniquilación.

Quienes tocaron la cerca del Antiguo Corona, esa malla perimetral angosta entre lo verde y lo gris del graderío, podrán trasmitir a los nuevos gladiadores de estas tierras que esa pequeña delimitación física poco pudo hacer para evitar la fusión de la pasión de quienes, enfundados en la armadura Verdi blanca, sufrían y ganaban tanto dentro como fuera del área de batalla.

El mítico Corona hoy tiene un año de su desaparición física del feudo Lagunero. Desapareció para dar a luz al Majestuoso Territorio que hoy alberga las esperanzas de triunfo de un pueblo, de la Comarca entera. El mítico Corona cayó, eso sí, dando la batalla que siempre dio al desierto y a sus vicisitudes; cayó sabedor de que con su demolición el nacimiento de un nuevo recinto inevitablemente llegaría.

Hoy el Antiguo Corona, Mítico para nosotros, vive indestructible en nuestros recuerdos, vive en cada grito de gol que la propia historia Guerrera cuenta y que jamás dejará de contar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario