Mal, las cosas no podrían estar peor. Algunos con ciertos grados más de tolerancia advertirían que lo peor está por venir. Lo sucedido la tarde noche de hoy en el TSM marca de manera tácita y directa la terrible situación que vive no solo nuestra Comarca Lagunera, nuestro Torreón, nuestro San Pedro de Las Colonias, nuestra Coahuila entra. Nuestro México hoy sangra y supura podredumbre en vivo y a nivel nacional. Un espectáculo hecho para la familia terminó hoy por teñirse del color de la violencia, del terror que este genera y de la incertidumbre que el plomo en el aire surca y dibuja buscando la sangre inocente.
Lo que antes era la válvula de escape de miles de almas laguneras hoy fue destruida, estallada por la presión social que se vive, y se sufre minuto a minuto. La Casa del Dolor ajeno dejo de ser solo un término para el deporte y se convirtió por unos minutos en la casa del dolor propio. La desesperanza avanzo a lo largo del sagrado Corona y no precisamente por la supervivencia del juego, sino por los cientos que buscaban salvaguardar sus vidas.
Oswaldo no saltó para celebrar un gol, ni el Hacha corrió para burlar al contrario; ambos con el miedo a cuestas se sumergieron casi de inmediato en las tribunas buscando a los suyos. Ya no era cuestión de salvar y ganar el juego, era cuestión de preservar lo más querido, la vida.
Cierto, muy cierto, un Guerrero nunca muere, sin embargo hoy nos han herido una vez más. Resguardémonos, curemos nuestras heridas y salgamos nuevamente el día de mañana a luchar por nuestro país, por nuestra tierra. No dejemos que ese miedo que hoy sentimos nos invada para siempre y nos inmovilice. Cierto, la guerra está más vigente que nunca y ni el futbol ni el balón estarán a salvo.