Uno puede decir que el futbol son muchas cosas las que le venga en gana: que son once contra once en calzoncillos; que no es mas que un juego; que es el opio del pueblo; que futbol es futbol; o que lo hemos convertido en un negocio disparatado de interés general y beneficios muy particulares…Pero eso no puede ser todo, es imposible. No es suficiente. El futbol, como la filosofía, busca la verdad del ser humano y los caminos trazados en los dos ámbitos tienen
sus paralelismos..

domingo, 27 de febrero de 2011

Victima y Verdugo (compromiso evaporado)


El compromiso se ha evaporado, El jugador, que es el patrón de este juego, ha abdicado de sí mismo.
Ya no surge un jugador tan vocacional porque no necesita la vocación como estímulo. Son tantas las recompensas que conlleva alcanzar la categoría de jugador de futbol, que el hecho de jugar futbol no es lo prioritario, sino el medio que permite alcanzar otro fin.

Muchos futbolistas no quieren jugar, quieren ser jugadores en tanto que socialmente la figura del jugador de futbol goza de privilegios y poder. No solo permite acaudalar dinero, sino que don aura, prestigio, primeras planas en los periódicos, sumisión del entorno que te entroniza en la categoría de héroe. El fútbol no es el fin, es el medio.

El nuevo jugador de fútbol ha crecido con estos valores, es victima y verdugo al mismo tiempo. Es víctima de unos valores que llevan incrustados como ciudadanos antes que como futbolistas, pero son verdugos puesto que aspirar a ellos y divulgarlos desde su condición de amplificadores sociales hace que generen pautas de comportamiento en todos aquellos que los idolatran.

Todo lo que ocurre, ocurre en televisión. Todo aquel individuo que hormiguea entorno a un club de fútbol lo sabe y condiciona a su comportamiento a este hecho. Aparecer en televisión es estar.

Etcétera, etcétera, etcétera.

Shakespaere y el entrenador contemporaneo
Juan Manuel Lillo


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