Parece ser ya una costumbre la inconsistencia futbolística de la escuadra lagunera; parece ser también ya una costumbre la tibieza de la afición en el propio Territorio Guerrero, predecesor del añorado templo del dolor ajeno.
Por un lado están esos once que por decisión del estratega pisaron la cancha sin la más minima convicción de triunfo, de éxito. La bravura que alguna vez mostraron ciertos Guerreros en la Localia comarcana es hoy en día cosa de la historia, del bello recuerdo de las huestes laguneras; Un desfigurado equipo-en fondo, forma y sin aprender de los errores-salto al césped sin intensiones de honrar al ídolo que se estaba homenajeando en ese momento, al gran Guerrero Mayor: Jared Borgetti.
Once jugadores que nuevamente denostaron el mote de Guerreros cayendo, de nada y sin dolor ante otro acérrimo rival del norte.
Por el otro lado el unísono movimiento sepulcral de la indiferencia de una afición que hoy solo es la caricatura de aquella gran pasión exigente y pujante de años atrás; Aquellas 18 mil almas fundidas en el cemento del mítico Corona desaparecieron para convertirse en simples visores de un espectáculo más, de un pasatiempo de sábado por la tarde que no termina por prender y calentar.
Las aficiones tienen los equipos que se merecen y este Santos, desabrido e incoloro es muestra fiel de su gente que no exige, como debiera, los resultados necesarios para la región lagunera. Esa región que antes vivía y respiraba gracias al fútbol y que hoy, parece ya no necesitarlo tanto.
Por un lado están esos once que por decisión del estratega pisaron la cancha sin la más minima convicción de triunfo, de éxito. La bravura que alguna vez mostraron ciertos Guerreros en la Localia comarcana es hoy en día cosa de la historia, del bello recuerdo de las huestes laguneras; Un desfigurado equipo-en fondo, forma y sin aprender de los errores-salto al césped sin intensiones de honrar al ídolo que se estaba homenajeando en ese momento, al gran Guerrero Mayor: Jared Borgetti.
Once jugadores que nuevamente denostaron el mote de Guerreros cayendo, de nada y sin dolor ante otro acérrimo rival del norte.
Por el otro lado el unísono movimiento sepulcral de la indiferencia de una afición que hoy solo es la caricatura de aquella gran pasión exigente y pujante de años atrás; Aquellas 18 mil almas fundidas en el cemento del mítico Corona desaparecieron para convertirse en simples visores de un espectáculo más, de un pasatiempo de sábado por la tarde que no termina por prender y calentar.
Las aficiones tienen los equipos que se merecen y este Santos, desabrido e incoloro es muestra fiel de su gente que no exige, como debiera, los resultados necesarios para la región lagunera. Esa región que antes vivía y respiraba gracias al fútbol y que hoy, parece ya no necesitarlo tanto.
*Imagen MedioTiempo.com
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