El miércoles 5 de enero del 2010 será recordado por todos aquellos que gozan y sufren del fútbol verde de la laguna; será recordado como la triste despedida de uno de los grandes del balompié nacional, el mayor artífice de las glorias verdiblancas, el que dio casi todo por la causa lagunera. La despedida del Guerrero mayor-aunque la historia misma le niegue este título- Jared Borgetti.
Una mesa, su respectiva silla y un micrófono por delante fueron parte de aquel sórdido escenario de tan amargo momento en el que Jared, el nacido en Culiacancito y formado en Torreón, anunciaba su desaparición de las canchas de fútbol. Ingrato momento en el que solo él y los altos directivos del club santista concatenaron las posibilidades para cerrar de manera definitiva una ultimo cabezazo glorioso en el nuevo Corona.
Se va Jared, aquel que dio su primer Titulo a la Laguna en clara posición fuera de lugar y con un salto magistral, suspendiéndose en el aire y girando su cabeza hacia las redes del triunfo. Se va Jared, aquel que con más de sus 200 goles en la laguna edificó en gran medida las glorias actuales de un equipo que lucha por dibujar pinceladas excelsas no solo en el futbol regional sino internacional. Se va Jared, aquel que con su 58 en la espalda recorrió territorio nacional orgulloso, sabedor de la grandeza que se gestaba.
El recuerdo solo queda de esas tardes gloriosas, aderezadas aun más por ese odio que paso al amor rotundo entre afición y jugador. Una simbiosis creada casi naturalmente llena de esfuerzo, dedicación, sudor y llanto.
El recuerdo queda también de esos goles coreados agónicamente en el primer Corona. Goles llenos de sufrimiento y satisfacción. Goles que se niegan a desaparecer aun y cuando aquel templo sagrado y su principal sacerdote estén hoy desapareciendo.
Jared seguro el destino, los botes inesperados del fútbol tienen guardados aun mas satisfacciones; eso si, sufrimiento intrínseco también de un triunfador.
Las canchas no te dicen adiós, simplemente un hasta pronto…
Una mesa, su respectiva silla y un micrófono por delante fueron parte de aquel sórdido escenario de tan amargo momento en el que Jared, el nacido en Culiacancito y formado en Torreón, anunciaba su desaparición de las canchas de fútbol. Ingrato momento en el que solo él y los altos directivos del club santista concatenaron las posibilidades para cerrar de manera definitiva una ultimo cabezazo glorioso en el nuevo Corona.
Se va Jared, aquel que dio su primer Titulo a la Laguna en clara posición fuera de lugar y con un salto magistral, suspendiéndose en el aire y girando su cabeza hacia las redes del triunfo. Se va Jared, aquel que con más de sus 200 goles en la laguna edificó en gran medida las glorias actuales de un equipo que lucha por dibujar pinceladas excelsas no solo en el futbol regional sino internacional. Se va Jared, aquel que con su 58 en la espalda recorrió territorio nacional orgulloso, sabedor de la grandeza que se gestaba.
El recuerdo solo queda de esas tardes gloriosas, aderezadas aun más por ese odio que paso al amor rotundo entre afición y jugador. Una simbiosis creada casi naturalmente llena de esfuerzo, dedicación, sudor y llanto.
El recuerdo queda también de esos goles coreados agónicamente en el primer Corona. Goles llenos de sufrimiento y satisfacción. Goles que se niegan a desaparecer aun y cuando aquel templo sagrado y su principal sacerdote estén hoy desapareciendo.
Jared seguro el destino, los botes inesperados del fútbol tienen guardados aun mas satisfacciones; eso si, sufrimiento intrínseco también de un triunfador.
Las canchas no te dicen adiós, simplemente un hasta pronto…
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